Epílogo del Camino de Santiago: ruta a pie de 5 etapas desde Santiago de Compostela a Finisterre

Cómo llegar en tren desde Barcelona para recorrer el Camino de Santiago más desconocido

Somos muchos los que, después de completar el Camino de Santiago (ya sea entero desde Roncesvalles o solo un tramo final desde un punto más cercano) sentimos que algo nos falta. Esa sensación de insatisfacción es más común de lo que parece y puede deberse a muchos motivos.

La llegada a Santiago de Compostela, aunque emocionante para algunos, puede resultar masificada, ruidosa y poco inspiradora para otros. Entrar en la ciudad atravesando calles, polígonos y barrios periféricos, después de haber caminado durante días entre los paisajes solitarios, rurales y casi mágicos de la meseta española, provoca un contraste que no siempre se encaja bien. Es normal que, tras tanta belleza y silencio, el final oficial del Camino nos deje un poco fríos.

Imagen de la Catedral de Santiago en la Plaza del Obradoiro, inicio del Epilogo del Camino de Santiago. Foto de Carlos Garcia Delgado.

Por suerte, existe una continuación del Camino que va más allá de Santiago y que muchos desconocen: el tramo hasta Finisterre, considerado en la Edad Media como “el fin del mundo conocido”.
Es un tramo que nos devuelve, casi sin darnos cuenta, a las sensaciones del Camino de verdad: paisajes tranquilos, senderos rodeados de naturaleza y esa calma que habíamos dejado atrás al entrar en la ciudad.

Imagen de una típica corredoira gallega (camino) que sube hasta el Alto da Pena. Foto de Carlos Garcia Delgado.

Seguir caminando hasta Finisterre es una forma de recuperar las emociones del viaje, de volver a sentir lo mismo que en las largas jornadas antes de llegar a Santiago. Una continuación perfecta para quienes necesitan cerrar su Camino de una manera más auténtica.

Y es que llegar al mar en Finisterre y ver que no queda más camino hacia adelante, que literalmente solo queda el océano y que lo único posible es volver atrás, es una sensación difícil de explicar.
Ese momento en el que el Camino se acaba de verdad es abrumador, profundamente simbólico y, para muchos, una de las experiencias más intensas de todo el viaje.

De verdad, merece la pena vivirlo: es un final espiritual muy, muy potente.

Etapas del Camino de Santiago a Finisterre: cómo organizar las 5 jornadas

Solitaria imagen boscosa de una de las etapas del Camino de Santiago a Finisterre. Foto de Carlos Garcia Delgado.

Este camino final (también conocido como Prolongación Jacobea o Camino a Finisterre) tiene 89.9 km y puede hacerse en 3, 4 o 5 etapas, según la forma física y el ritmo de cada persona.

Aunque existe una variante que termina en Muxía, en nuestro caso preferimos seguir el trazado que llega hasta Finisterre y completarlo en cinco jornadas.

Como en esta ocasión solo disponíamos de 5 días libres, organizamos el viaje para aprovechar al máximo el tiempo y realizamos las cinco etapas en cinco días, incluyendo los desplazamientos de ida y vuelta entre Barcelona y Galicia en la primera y última jornada.

¿Se puede hacer?
Sí, se puede. Y a continuación os explicamos cómo lo logramos y cómo podéis organizarlo vosotros también.

Y para quienes queráis más información técnica del Camino de Santiago (detalles de etapas, pueblos, servicios, perfiles o kilometraje) os dejamos el enlace a una web que siempre nos ha resultado muy útil y clara. Es una buena herramienta para completar la planificación antes de empezar a caminar:

CAMINO DE SANTIAGO EROSKI CONSUMER

Cómo viajar de Barcelona a Santiago de Compostela en tren y regresar en avión desde A Coruña

Para poder exprimir al máximo estos cinco días de viaje, no nos quedó más opción que volver en avión desde Galicia (sí, lo sentimos por los treneros viajeros más puristas).

Con un día más de vacaciones, seguramente habríamos regresado también en tren, pero esta vez tocó combinar ambos medios para que el plan y los horarios encajaran.

Pero el viaje de ida a Santiago desde Barcelona sí lo hicimos íntegramente en tren:

Aunque existe un tren Alvia directo que cubre este trayecto una vez al día (el mismo del que hablamos en otros viajes), sus 13 horas de duración lo convierten, siendo sinceros, en una opción poco práctica cuando se dispone de tan pocos días.

Por eso preferimos combinar trenes de alta velocidad: primero de Barcelona a Madrid y, desde allí, un segundo tren directo hasta Santiago de Compostela, punto de inicio de nuestra caminata hacia Finisterre.

A continuación os dejamos nuestra recomendación de horarios, pensada para llegar con margen suficiente a Santiago y empezar el Camino a Finisterre ese mismo día sin prisas ni agobios:

Fuente: www.renfe.com

Y para volver de Finisterre a Barcelona combinando autobuses + avión, esta es la combinación de horarios que os recomendamos y que a nosotros nos funcionó perfectamente:

Horario de Autobús de Finisterre a la estación de autobuses de A Coruña. Fuente: www.arriva.es
Línea de autobuses que sale cada 30 minutos de la estación de autobuses al aeropuerto de A Coruña. Fuente: www.alsacalpita.es
Horario del vuelo de A Coruña a Barcelona. Fuente: www.vueling.com

De los precios no os vamos a contar nada que no sepáis: dependen de cuánto tiempo antes compréis los billetes y de la temporada en la que viajéis.
Lo que sí os podemos asegurar es que nosotros hicimos todo el trayecto (ida y vuelta) por menos de 100 € por persona, así que con un poco de planificación se puede viajar más económico de lo que os pensáis.

Etapa 1 del Camino de Santiago a Finisterre: ruta de la Plaza del Obradoiro a Roxos (8.8 km)

Con los horarios de transporte que proponemos, llegaréis a Santiago justo a tiempo para comer. Una buena opción es la Rúa do Franco, repleta de restaurantes donde es difícil fallar: comida gallega deliciosa, locales para todos los bolsillos e incluso algún menú del día.
Nuestras recomendaciones personales: el Restaurante Abellá (menú) o el Mesón 42 (carta), dos sitios donde comeréis de maravilla.

Postres del menú del día en el Restaurante Abellá de Santiago de Compostela. Foto de Carlos Garcia Delgado.

Después de recuperar fuerzas, toca empezar a caminar: nos dirigimos a la Catedral de Santiago en la Plaza del Obradoiro y, desde allí, por la preciosa Rúa das Hortas, iremos saliendo poco a poco de Santiago hasta adentrarnos en paisajes rurales tranquilos y solitarios, el auténtico comienzo de esta primera etapa hacia Finisterre.

A pocos kilómetros de abandonar Santiago, vuelve la soledad que tanto añorábamos. Foto de Carlos Garcia Delgado.

Justo antes de que anochezca llegamos a nuestro primer destino del día: la aldea de Roxos.
Importante tenerlo en cuenta si viajáis fuera de temporada, porque no hay ningún comercio abierto y conviene llevar algo para cenar. Una buena empanada y una tarta de Santiago compradas en la capital os pueden solucionar la noche sin complicaciones.

Las opciones de alojamiento también son limitadas. Nosotros nos quedamos en el Hotel Restaurante Asador de Roxos Casa Albardonedo (sí, nombre larguísimo), prácticamente el único abierto en temporada baja.
Las reseñas eran excelentes, pero en invierno el sitio nos pareció húmedo, frío y bastante solitario. Aun así, para una noche cumple perfectamente.

Etapa 2 del Camino de Santiago a Finisterre: ruta de Roxos a A Pena (21.0 km)

Lluvia, niebla, frío y barro: la belleza del Camino de Santiago en invierno. Foto de Carlos Garcia Delgado.

La larga jornada de hoy fue pasada por agua de principio a fin, con ese típico tiempo gallego que convierte caminar bajo la lluvia en una especie de experiencia espiritual (por no decir resignación absoluta).
Aun así, lo mejor del día volvió a ser la belleza y la soledad de los paisajes de esta zona, que tienen algo muy especial sobre cuando el cielo está gris.

Y, una vez más, también agradecimos la hospitalidad y el calorcito de los pocos bares que encontramos abiertos en el camino. Un café, una estufa y una tostada: suficiente para seguir tirando.

A destacar el Bar O km 79, en la aldea de Aguapesada, perdido en medio de la nada, donde un simple café solo llega acompañado de un chupito de zumo y unas pastas (aquí sí que saben cuidar a los peregrinos, ¡sí señor!).

Todo esto te sirven con un café solo en el Bar O km 79 de Aguapesada. Foto de Carlos Garcia Delgado.

Y para la hora de comer, ya en la mucho más animada Negreira (aunque poco bajo el diluvio), recomendamos el Café Bar Imperial, donde el menú del día acaba siendo un auténtico festín de comida casera. Además, entrar chorreando con la capelina puesta no parece sorprender a nadie: uno más en el club de los empapados.

Abundante y deliciosa comida casera en el Café Bar Imperial de Negreira. Foto de Carlos Garcia Delgado.

Finalmente, al atardecer, llegamos (cómo no) empapados al solitario Albergue Alto da Pena (pena es la que damos…), donde una buena cama, una cena comunitaria junto a los pocos peregrinos que coincidimos y una secadora salvadora ponen el broche final a una jornada dura, pasada por agua, pero profundamente espiritual.

Imagen que resume, la dureza de la etapa de hoy. Foto de Carlos Garcia Delgado.

Etapa 3 del Camino de Santiago a Finisterre: ruta de A Pena a Olveiroa (25.2 km)

Lo más destacado de hoy, en una etapa donde por fin lució algo de sol, fue la subida al Monte Aro. Aunque no es nada espectacular, su ascenso y los kilómetros acumulados convierten esta jornada en incluso más dura que la de ayer.

El sol vuelve a venir a vernos en la subida del Monte de Aro. Foto de Carlos Garcia Delgado.

El tramo es muy solitario y encontrar un lugar para descansar y recuperar fuerzas resulta casi imposible.

Afortunadamente, justo cuando estábamos a punto de tirar la toalla, apareció el Albergue Monte Aro de Lago, un auténtico oasis en medio de la nada, donde nos salvamos con un estupendo menú del día que devolvió energías para seguir adelante.

El Albergue Monte de Aro de Lago: único lugar donde comer en 25 km. Foto de Carlos Garcia Delgado.

Casi al anochecer llegamos al Albergue Casa Manola de Olveiroa, donde pudimos cenar y dormir de maravilla tras una jornada muy exigente. Este alojamiento, sencillo pero acogedor, es el lugar perfecto para recuperar fuerzas antes de afrontar la etapa de mañana, considerada por muchos como la más dura de todo el Camino de Santiago a Finisterre.

Etapa 4 del Camino de Santiago a Finisterre: ruta de Olveiroa a Calcoba (28.8 km)

El día amaneció espantoso, con un temporal tan fuerte que estuvimos a punto de cancelar la etapa y tomar un autobús hasta Finisterre… ¡pero resistimos!

Cuando el tiempo se pone así de duro, funciona muy bien dividir la etapa en pequeños tramos e ir cumpliendo objetivos uno a uno.

Nada más salir del albergue de Olveiroa, y sin haber desayunado, nos marcamos como primera meta llegar a la aldea de Dumbría para reponer fuerzas en el Albergue O Logoso. Y aunque caían chuzos de punta, con truenos y relámpagos incluidos… ¡lo conseguimos!

La lluvia y el viento fuerte nos acompañaron a lo largo de la toda la etapa. Foto de Carlos Garcia Delgado.

Con el superbocadillo aún haciendo de gasolina, iniciamos el tramo más solitario (y también el más largo) de todo este Camino de Santiago a Finisterre.

Antes de adentrarnos en la parte dura, pasamos por el desvío hacia Muxía, un cruce que muchos peregrinos toman para finalizar su epílogo allí, pero que en nuestro caso ignoramos para seguir rumbo directo a Finisterre.

A partir de este punto, el camino transita por un bosque repoblado de pinos, inmenso y densísimo, que con la combinación de lluvia, niebla y absoluto silencio resultaba tan impresionante como aterrador.

Y fue allí, en un pequeño cambio de rasante, tras una curva más del camino, cuando lo vimos por primera vez: el océano, el fin de la tierra, Finis terrae, apareciendo de repente delante de nosotros.
Un momento muchísimo más emocionante que la llegada a Santiago, al menos para nosotros, y algo que recomendamos vivir sin dudarlo.

Desde ese punto solo nos quedaba una bajada cómoda hasta la población de Cee, que en verano suele estar llena de ambiente (aunque ahora no lo estaba tanto).

La emoción de volver a ver el mar llegando a Cee. Foto de Carlos Garcia Delgado.

A Cee llegamos justo a la hora de comer. Probamos en el Restaurante Aparrilla do Angueira, que tenía muy buenas reseñas (imaginamos que para comer de carta), pero el menú del día no nos convenció demasiado.


Por suerte, a pocos metros encontramos un pequeño tesoro dulce: la Pastelería Silvia, que nos dejó un sabor de boca muchísimo mejor antes de seguir camino hacia Finisterre.

Como la etapa de hoy era larguísima, casi 30 km, por la tarde aún quedaba un buen tramo por recorrer. Y, para rematar, se nos hizo de noche… y la tormenta de hoy, que era de esas que llegan con nombre, dejó sin luz a toda la comarca. Así que, cuando por fin alcanzamos el hotel (el extraordinario Hotel Alén do Mar, en Calcoba, muy cerca ya de Finisterre), tampoco había electricidad.

El personal se volcó para que estuviéramos lo más cómodos posible en plena oscuridad, algo que agradecimos muchísimo y que, de paso, añadió un toque más épico a la etapa.

Menos mal que aún nos quedaban provisiones de la Pastelería Silvia, que entraron de maravilla a la luz de las velas.

Etapa 5 del Camino de Santiago a Finisterre: de Calcoba al Faro de Finisterre (6.1 km)

Playa de Calcoba, muy cerquita ya de Finisterre. Foto de Carlos Garcia Delgado.

Y al día siguiente… salió el sol y volvió la luz!

La gente del Hotel Alén do Mar quiso compensarnos por el apagón con un desayuno degustación espectacular, lleno de pequeños platos que el camarero nos iba presentando uno a uno. De verdad, nos sentimos como si estuviéramos desayunando en un restaurante con estrella Michelin.

Con el estómago lleno y el ánimo por las nubes, pusimos rumbo primero al pueblo de Finisterre y, después, a su imponente Faro de Finisterre, ese lugar mágico donde el mar y el cielo parecen juntarse y que marca el emocionante punto final del Epílogo del Camino de Santiago.

El Faro de Finisterre: el punto y final (espiritualmente real) del Camino de Santiago. Foto de Carlos Garcia Delgado.

Una vez allí, pasamos un buen rato contemplando el mar y dándole vueltas al sentido de la vida, a dónde nos llevan nuestros pasos cada día y por qué caminamos. Y fue justo en ese rincón mágico donde entendimos que el camino siempre continúa: si no es hacia adelante… ¡pues toca volver hacia atrás!

Después de sellar la credencial de peregrino y hacer las fotos de rigor, empezamos a desandar el sendero con un objetivo muy claro: buscar un buen restaurante donde celebrar que habíamos llegado al fin del mundo.

El kilómetro cero del Epílogo del Camino de Santiago, junto al Faro de Finisterre. Foto de Carlos Garcia Delgado.

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